martes, 9 de agosto de 2011

PLANTAR UN ARBOL (JUDAISMO)


Su nombre es Tu Bishvat (15 de Shevat).
Indagando sobre la naturaleza pude darme cuenta que en el Judaismo los arboles son más importantes que el propio mashiaj (mesias), Rabbí Yojonán ben Zakai que decía: “Si estuvieses plantando un árbol y te dirían: ‘Viene el Mesías, sal a recibirlo’, primero termina de plantar el árbol y únicamente después ve a recibirlo”. De sus palabras se puede escuchar el eco de su amor por la naturaleza, de su desesperación por un orden de prioridades que era la consecuencia de la destrucción de su época.
La tierra necesita liberación y rehabilitación. Tanto así, que plantar un árbol –lo cual es una gran mitzvá (mérito) por sí misma –adquiere tal importancia que es previa a recibir al Mesías…

De esta relación profunda con los árboles en general y con los árboles frutales en particular, se puede comprender que el judaísmo ve con gran importancia al acto de plantar. Los árboles son símbolo de una civilización culta. Entre más desarrollado esté un asentamiento, será más progresista su cultura arbórea. La plantación la capacidad de pensar a largo plazo ya que los frutos se obtendrán, en muchos casos al cabo de largos años.

No sólo la vida del hombre es importante en el Judaísmo sino también la de los árboles, especialmente los que dan frutos, ya que le sirven a la supervivencia humana. La excepción radica que en tiempos de emergencia sí está permitido talar árboles que no dan fruto.

Podemos ver que hay un tanto especial hacia los árboles, que fueron contemplados en la legislación bíblica especialmente.

Pero, más acentuada aún es la relación a los árboles en los textos de nuestro sabios:  “Todos los árboles fueron creados para la satisfacción de todos los seres vivos”(Bereshit Rabá 13). Y no únicamente se refieren a la satisfacción de las necesidades básicas como la ingestión de comida sino que presentan una perspectiva más profunda, en la que árbol tiene importancia por ser parte de la hermosa creación del Todopoderoso. La admiración a los árboles y a su belleza lleva a Rabbí Yehudá a buscar una expresión que pueda reflejar sus sentimientos de gracias al Señor Todopoderoso. Y dijo Rabí Yehudá: “Todo aquel que sale el mes de Nisán y observa algún árbol floreciendo, debe recitar la siguiente bendición: ‘Bendito Seas, D-ios, que no escatimaste en Tu creación y creaste hermosas criaturas y bellos árboles para que el humano se puede regocijar en ellos’. (Bereshit Rabá 43).

Un jardín (los arboles) no puede sobrevivir sin alguien que los cuide. Por otra parte, D-ios le dio al hombre la profesión en la cual podría haber encontrado la felicidad. Era la primera profesión de la historia.

Hemos visto que D-ios, El mismo, plantó un jardín. Sobre ésto, nuestros sabios opinan: “De la misma manera que D-ios inmediatamente después de la Creación plantó un Jardín, el Pueblo de Israel, inmediatamente después de entrar a la tierra de Israel debe plantar, como está escrito: “Cuando hayas entrado en la tierra que yo voy a daros … sembrarás..” (Levítico 25: 2-3).


Por eso todo Judio siembra de uno a más arbolitos mas aun si es en esta festividad.

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